Hoy, os queremos explicar la importancia de la limpieza abrasiva para obtener un óptimo recubrimiento.
Es más habitual de lo que nos gustaría que clientes nos pidan “ahorrarnos el proceso de granallado” cuando se trata de recubrir piezas metálicas. Generalmente, este suceso se debe a que el cliente busca reducir el coste del recubrimiento en la medida de lo posible, y como os podréis imaginar, estos hechos se multiplican en épocas de escasez económica.
¿Cuánto dinero ahorro si NO granallo las piezas?
La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: ¡NO AHORRAS NADA, PIERDES!
Como es lógico, si no se realiza el proceso que implica la limpieza abrasiva de las piezas, el precio final unitario disminuirá. Se debe a que, no realizar un proceso productivo acorta los tiempos para conseguir el acabado definitivo y como consecuencia el precio final disminuye.
La cuestión clave en este asunto son las consecuencias de saltarse el proceso que implica el granallado. Por este motivo, mediante este artículo queremos transmitir la importancia de la limpieza abrasiva en los metales.
El por qué de la importancia de la limpieza abrasiva y cuáles son sus funciones
Podemos dividir las funciones del granallado en dos grupos:
- Por un lado y tal y como su propio nombre indica, la limpieza abrasiva es un proceso de limpieza. Más concretamente, implica la limpieza de una superficie metálica mediante la proyección por impactos continuados de abrasivos, que en el caso de COVER estos abrasivos son granalla de acero angular. Al impactar estas partículas sobre la superficie metálica a una presión de 6Kg por cm2 (6 bar), la calamina, óxido, grasas, anteriores recubrimientos o cualquier tipo de contaminante que pudiera existir sobre la superficie es eliminado.

Granalla angular o de arista viva
- En segundo lugar, otra gran característica que aporta el granallado es la adhesión. Es considerada la función más básica de los recubrimientos, ya que, sin una fuerte adherencia del recubrimiento sobre el sustrato, este no alcanzará una larga vida útil.
Por lo tanto, las dos grandes características que nos aporta una buena limpieza superficial mediante abrasivos son la limpieza de la propia superficie y la adherencia sobre la misma. Sin estas características no es posible lograr un acabado de calidad.
¿Cómo se consigue la adhesión mediante el granallado?
La adherencia es una característica que se puede conseguir de tres maneras distintas:
- Mediante enlace químico formado por la reacción entre el sustrato y el recubrimiento.
- La adhesión polar. La resina actúa como imán atrayendo los polos opuestos al sustrato.
- La adherencia mecánica se consigue mediante el granallado. La presión a la cual impactan las partículas metálicas sobre la superficie genera en ella cierta rugosidad, un patrón de anclaje. Esto permite que se generen más puntos de contacto entre las moléculas de la superficie y las del recubrimiento, lo cual se traduce en una mayor adherencia.
Mediante el chorreado de elementos con aristas vivas se genera un perfil de anclaje adecuado, obteniendo mayor superficie de adherencia que los elementos esféricos, los cuales generan un anclaje más pobre y por ende un tiempo de vida útil muy corto.
¿Dónde está el ahorro?
Es totalmente imposible realizar un recubrimiento de calidad sobre una superficie sucia o sin tratar. Sin el equipo de medición adecuado, resulta complicado saber si el acabado final es el deseado. Se debe a que, visualmente el recubrimiento puede parecer estar bien hecho, sin embargo, bajo la capa protectora encontraremos contaminantes que afectarán al metal que queremos proteger.
Y es que en este aspecto, los datos son demoledores: El 70% de las causas por las que un recubrimiento falla, se deben a una mala preparación superficial.
Por estos motivos, desde nuestro punto de vista, la forma de “ahorrar dinero” con los recubrimientos no se basa en saltarse procesos. Por el contrario, se basa en realizar meticulosamente todos y cada uno de los procesos necesarios para asegurar la máxima calidad en el servicio y una larga vida útil a los materiales.
Debemos tener en cuenta las causas por las que decidimos recubrir materiales. Entre ellas seguro que se encuentra la necesidad de dar una protección anticorrosiva al material, en cuyo caso desearemos que esta protección sea duradera en el tiempo.
Las consecuencias de una superficie con impurezas serán notables con el transcurso del tiempo, ya que debajo de la capa protectora, que debería aislar el metal del ambiente, los distintos contaminantes ya habrán empezado a atacar el metal.
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